Una memoria del querido Osvaldo Mércuri
Escribe Claudio Masson.
El 5 de diciembre de 2001 juré como diputado provincial representando a la sexta sección electoral ingresando por el Frente Polo Social.
A pocos meses en Junio de 2002 dos diputados del bloque, con la anuencia del sacerdote Luis Farrinello, me coaccionaron a que renuncie, y para presionarme, me inventaron una denuncia penal con numerosos delitos pudiendo ser un pequeño caso “domestico” de lawfare.
Tuve que cargar con ese estigma hasta el año 2009 cuando un tribunal, en un veredicto unánime, declaró mi inocencia; fue un fallo tan claro y contundente que la fiscalía no apelo esa resolución judicial. Ese proceso duro y solitario tuvo una presencia muy especial y que deseo compartir al enterarme del fallecimiento de Osvaldo Mercuri (6/02/2021).
Mi relación con Don Osvaldo nunca fue cercana desde lo político institucional, pero si desde lo personal, teníamos conversaciones que yo disfrutaba mucho, y a él parecían gustarles porque me decía varias veces “vení cuando quieras porque es bueno, a veces, dejar de hablar solo de rosca política”.
Luego de terminar el mandato popular, en el 2005, me retiré totalmente de la actividad política porque no creía estar legitimado a seguir representando políticamente al pueblo hasta que no se aclarara mi situación judicial; mi relación con Osvaldo se discontinuó.
Luego de esperar casi 7 años para que llegue el juicio oral, en el 2009, junto a la doctora Garganta la defensora oficial, vimos que para ayudar a mi defensa sería muy bueno poder contar con el testimonio del contador general de la cámara de diputados en el momento de la denuncia (2002), y al buscarlo me informaron que ya no trabajaba en la Cámara, pero que seguro Osvaldo Mercuri podría saber cómo ubicarlo y a partir de ahí se desarrollan los siguientes acontecimientos.
En febrero de 2009 llamo al despacho de la señora Maria Elena Torresi, esposa de Osvaldo Mercuri, que era diputada en ejercicio, y les pido me pueda facilitar algún dato del contador y para que lo necesito, me preguntan cuándo es el juicio y les digo el 9 de junio de 2009 y me aseguran que harán llegar ese pedido a Osvaldo.
A los pocos días, me llaman del despacho de la señora Torresi, y me dicen que Osvaldo me envía un afectuoso saludo, y que el 9 de junio a las 9 horas el contador estará en el juicio para declarar todo lo que se le pregunte sobre los hechos del juicio.
Era Febrero y desde ahí hasta el 9 de junio de 2009 a las 9 horas no tuve ninguna noticia más sobre el tema. Don Osvaldo no tenía ninguna obligación en cumplir su palabra, por lo que la abogada defensora no contaba con ese testimonio, es más dijo, “no creo que venga ni siquiera me llamó para acordar interiorizarse por la causa”. Yo le dije, -Tal vez me equivoque pero creo que el Don Osvaldo que yo conocí, cumplirá su palabra”.
Eran las 8:45 de esa mañana fría de junio de 2009 cuando un señor de guantes y maletín ingresa a la sala y pregunta, -¿El señor Masson se encuentra en la sala?, -si soy yo respondí; y extendiendo su mano para saludarme me dijo, -fui el contador general de la Cámara cuando sucedieron estos hecho y me envió Osvaldo para que dé testimonio de lo que paso esos días. La abogada defensora estaba asombrada y yo estaba muy feliz porque ese testimonio totalmente imparcial iba a ser, como lo fue, trascendental para el resultado final del veredicto.
Con esa alegría, y a partir de ese compromiso es que hoy deseo recordar a Don Osvaldo Mercuri. Seguro muy pocos en este mundo son capaces de gestos como el que aquí relato. En los claros-oscuros de la vida de todos estos hechos son muestras de la virtud en la vida de Don Osvaldo.
Un abrazo al cielo y a la familia con la que comparto éstos sucesos con el deseo que sean recuerdos que ayuden a mitigar un poco el dolor por la ausencia física.
Un abrazo fraterno, Masson Claudio Adrián Diputado MC, 2001-2005.
Lic. Claudio Masson Mat. 2038