Análisis sobre la evolución reciente del complejo yerbatero
Correspondiente a noviembre de 2024.
El consumo interno de yerba mate, tal como se observa en otros mercados y producto de la sensible caída del poder adquisitivo, cayó 8,8% interanualmente en los primeros nueve meses del año (193,4 mil toneladas vs 212 mil toneladas). Es el nivel de consumo más bajo de los últimos nueve años y se encuentra a 10,1 p.p. del pico de consumo experimentado en 2021.
Las exportaciones, en el acumulado de enero a septiembre, disminuyeron 16,4% en comparación con el promedio 2020-2023 y decrecieron 16,4% en términos interanuales. Según el INYM, los mercados que explican la merma de las exportaciones han sido la Unión Europea y ciertos países de Asia, que en los últimos años habían cobrado mayor importancia en las compras.
La reducción del consumo interno y de las exportaciones a la par de un registro de avance de cosecha más importante que el de los últimos cuatro años se traduce en un importante aumento de stocks en establecimientos secaderos.
Morfología de mercado: la producción primaria se encuentra atomizada, con 12.000 pequeños productores, la cuenca de producción cuenta con 228 establecimientos que operan como secaderos registrados a nivel nacional y 105 industrias molineras y fraccionadoras, pero sólo las 10 primeras del ranking de producción industrial acumulan 72,7% del mercado. Los tres primeros (Las Marías, Liebig, Santa Ana) explican el 41%, a través de media docena de marcas y presentaciones de las más diversas.
Empeora la relación precio al productor/precio de góndola. Si se analiza la relación entre lo que recibe el productor y el precio de góndola, el primero sólo logra captar 5,7% del precio de venta en góndola, es decir, 1,3 p.p. menos que en septiembre 2023 y 2,4 p.p. menos que el promedio 2020-2023. Es el peor momento, desde 2019, del ratio entre el precio al productor y el precio en góndola por kilo.
Las importaciones de yerba mate agravaron la situación de los productores. La decisión del gobierno tomada en marzo de 2024, a partir de la Resolución General 5490/2024, de reducir impuestos por 120 días a las importaciones de productos de primera necesidad incluidas las materias primas y la primera elaboración de yerba mate. Medida que se extendió, a través de la Resolución General 5527/2024, hasta el 31 de diciembre de 2024. De acuerdo a los datos publicados por INDEC, las importaciones de yerba mate canchada y yerba mate excluida simplemente canchada (molida, lista para empaquetar), proveniente de Paraguay y Brasil, en los primeros nueve meses de año alcanzaron 8,93 millones de kg., 149% más que el mismo periodo de 2023.
¿Quiénes importaron? El aumento de las importaciones corresponde a las grandes industrias yerbateras
de Corrientes y Misiones. Las Marías y La Cachuera explicaron el 70% de lo que ingresó desde Paraguay y Brasil, seguido por la Importadora Sudamericana SRL, una firma radicada en zona Norte del Gran Buenos Aires que se dedica a importar marcas de consumo masivo y trae a la Argentina la yerba mate canarias, según lo consignado por el medio Plan B de Misiones.
El perjuicio para los productores es evidente: la materia prima ingresa a un costo promedio de 1,2 dólares por kilo que, al valor oficial más el impuesto PAÍS, alcanza aproximadamente $1.296. En cambio, la yerba canchada, que en abril de 2024 se compraba en secaderos a $1.406, se está reponiendo a precios más bajos. Esto permite a los industriales pagar menos por la canchada o la hoja verde, además de extender los plazos de pago, lo que genera un impacto económico negativo considerable para los productores locales.
Los impactos del DNU 70 y la desregulación sectorial
Desbalance de la cadena productiva yerbatera: se evidencia que el DNU 70, la inacción del PEN y la apertura indiscriminada de importaciones desbalancean la cadena productiva yerbatera, cuya morfología expresa atomización en la producción y concentración en la industria. Si el INYM y las regulaciones asociadas al mismo, buscaban darle herramientas al sector con menor poder relativo en un claro escenario de mercado imperfecto, su eliminación agrava el estado de cosas. El precio al productor difícilmente logre recuperarse en los próximos meses, ya que la medida dispuesta por el DNU deliberadamente incide en la (des)organización al interior de la cadena de valor.
Fin de los acuerdos de precios: el DNU significa, entre otras cosas, la eliminación de la realización de acuerdos semestrales entre los distintos sectores participantes del INYM, que participan en la regulación del precio de la materia prima.
INYM sin autoridades designadas: a pesar de la suspensión temporal del DNU 70/2023 en lo concerniente al sector yerbatero a partir de un amparo ratificado por la Cámara Federal de Apelaciones de Posadas, el
INYM enfrenta limitaciones en su capacidad operativa, ya que aún no se ha designado un presidente para el instituto, lo que restringe su facultad para ejecutar plenamente las decisiones sobre la fijación de precios.
INYM desfinanciado: actualmente, a partir de la falta de actualización del valor de la estampilla (Tasa de Inspección y Fiscalización) y del aumento que experimentó el kg de yerba en góndola, el ratio entre el valor de la estampilla y el del kg de yerba en góndola se encuentra en el mínimo histórico de 0,8. Esto conspira contra la única fuente de financiamiento del INYM.
La historia de los 90 se repite: no es la primera vez que se recorre el camino de la desregulación en el sector. En los noventa se desreguló el mercado, eliminándose la Comisión Reguladora de la Yerba Mate (CRYM) y el Mercado Consignatario Nacional de la Yerba Mate Canchada. En la actualidad, el DNU pareciera seguir esta misma lógica con la llamada “modernización” que se propone para el INYM, dentro del paquete de “desregulación” de la economía. En esa década, el valor de la yerba canchada por tonelada, así como de la yerba verde, caen sostenidamente a lo largo de la década a un tercio y a un quinto de su valor, respectivamente. En el caso de la yerba canchada, el valor se ubicaba en $930 pesos/dólares en 1990, lo que equivalía a 1 dólar el kilo y se desploma a $349 pesos/dólares en 2001, equivaliendo a sólo 35 centavos de dólar el kilo de yerba. La hoja verde también sufre una caída en su valor por tonelada, desde $202 pesos/dólares en 1990, a $42 pesos/dólares en el año 2001. En paralelo, el precio en góndola de la yerba se mantuvo estable en toda la década. La desregulación sectorial en la década de los 90 significó un claro perjuicio a los productores yerbateros.
Como contracara, desde 2001, con la creación del INYM el comportamiento del precio al productor de hoja verde y yerba canchada en términos reales recupera el terreno perdido aumentando 246% y 255% respectivamente entre 2002 (su punto más bajo) y el año 2023.